Es la máquina capaz de recordar las experiencias, interpretarlas y extrapolar esa información para su uso en el futuro.
El cerebro crea un mapa del mundo personal
Una herramienta ultra personalizada de supervivencia que conserva la información acumulada desde el inicio de la evolución de la humanidad en la sabana africana.
La magia de ese algoritmo neuronal de supervivencia es que no necesitas haber visto un león para que al escuchar un rugido, corras.
Funciona en el mundo físico, sí, pero no está actualizado al mundo online.
Por eso, no sabemos activar los sistemas de alarma:
Activación
El primero, más veloz... El Sistema Magnocelular,
que te hace intuir un animal cerca. Activa la huida.
Evaluación
El segundo, el Sistema Parvocelular que, tomando más tiempo, detecta, analiza y decide. ¿El motivo de la huida era un riesgo real?
Pero en un mundo donde
Este sistema de alerta no se activa.
Así, los hackers saben lo que te llama la atención: Utilizan los atajos, sesgos y procesos cognitivos como:
Pisas el freno por evitar el castigo.
Pisas el acelerador buscando las recompensas.
Sigues por curiosidad a donde te lleve el camino.
Los ciberatacantes pueden predecir cómo reaccionarán las víctimas:
quienes tarde o temprano caerán ante uno de los cientos de anzuelos que se activan con los sistemas de recompensa, castigo y necesidad de cognición.
Sin que se active la emoción de defensa desde las emociones primarias.
Cuando tienes un sistema de alerta que conecta los perfiles de vulnerabilidad de los usuarios con un semáforo de riesgo para la organización, obtienes una guía para que tanto las personas como las organizaciones se anticipen a ciberamenazas mediante simulaciones personalizadas y microhistorias que ilustran cómo y por qué se toman ciertas decisiones.